Un ahijado rebelde

Hace ya algunos años, quizás unos 10. Mientras aún vivía en Venezuela, una ahijada mía me llevó a su hijo a mi casa para que lo conociera, lo consultará y le diera algunos consejos para evitar que cogiera un mal camino.

Era un muchacho joven, más bien era un adolescente, tenía unos 13 años de edad en aquella época. Creo recordar que fue en el año 2013 aproximadamente. Este muchacho tenía muy mal carácter, se sentía sólo y estaba viviendo un proceso de duelo muy grande, pues meses antes de conocernos él había perdido a su padre. Así que al no saber y no poder expresar sus emociones y sentimientos, lo reflejaba en ira, mal comportamiento, malas compañías y esas cosas raras que ocurren. Ya sabes lo que digo.

Recuerdo que lo consulté, e Ifá le reveló el signo Okana Mejí. Lo recuerdo cómo si fuera ayer. Le comenté que su vida estaba desordenada y que era necesario que él entendiera hacia donde quería ir, en que quería convertirse de mayor. Traté de mostrarle cómo sería su vida si se dedicaba a él, sí se visualizaba cómo un ganador, creando su familia, creando sus negocios, creciendo personalmente y dándole a su madre todo lo que sus capacidades le permitieran.

Le mostré un mundo diferente, y le dije que el problema se debía a que tenía mucha presión en su interior. Perder un padre es un asunto serio, pero era necesario hablar sobre cómo se sentía, que le contara a su madre si tenia ganas de llorar, de reír, si se enfadaba, todo. Que abriera su comunicación al máximo para poder salir de esos momentos de oscuridad y soledad.

Salió de la consulta renovado, se le veía un nuevo semblante, estaba diferente. Me dijo que quería cambiar, y que haría todo para salir adelante, que no defraudaría a su madre.

Pasaron algunos días y no me habían llamado para hacerse las obras (ebo) que se le habían marcado en la consulta. Me pareció algo bastante extraño, por que mi ahijada, solía hacerse sus obras cuanto antes.
Decidí llamarla, para preguntarle que tal iban las cosas, me contestó que todo estaba bien, pero que había tenido contratiempos. No me dio más explicaciones y yo tampoco se las pedí.

Luego de que habían pasado más de 20 días y no me habían llamado para sus obras, me la encontré por casualidad mientras hacía algunas compras. Me extraño verla muy demacrada, con un aspecto descuidado. La salude y le pregunté de nuevo que tal iban las cosas.

Fue allí cuando ella rompió en llanto. Resulta que nada estaba bien, su hijo estaba haciendo justo lo contrario a lo que se le había aconsejado, incluso estaba en graves problemas legales producto de sus actos. Me dijo que no sabía que hacer y que estaba desesperada.
Nos fuimos a tomar un café para conversar mejor, me contó muchos de los detalles que por privacidad no revelaré. En conclusión él había encontrado la forma de llamar la atención y vaya forma de hacerlo.

Decidimos irnos a mi casa, donde lancé Ifá para ella, y fue a través de ella, de su esencia cómo madre, de su fuerza materna, que se pudieron hacer las obras para salvar a su hijo.

«El amor de madre es ciego»
Odú de Ifá Obara Kana

Lo que quiero dejar claro es la importancia de expresar nuestras emociones y decir la verdad. En ese momento pudimos salvar a su hijo, ayudarle a salir de esos momentos difíciles. Pero lamentablemente hay historias que no terminan bien.

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